La palabra de Leonor Merino García,
nace de su perenne búsqueda, ininterrumpida, repleta de ansias de saber, de
conocer, de compartir y de solidarizarse, a la vez que está rebosante de afán
por indagar en las entrañas y pulsaciones lingüísticas de distintos idiomas,
además de sus entre-lazos, persiguiendo el vocablo apropiado y oportuno, la
palabra sublime, como alcántara que lleva al “otro”, a nuevos horizontes, tanto
a aquellos lejanos como a estos que pisan sus pies en el sendero.
Saiid Alami
Poeta y traductor al árabe de El soplo de la Vida.
El polvo de la Tierra.
La poesía aparece cada vez que el ser humano invoca al poder situado más allá de los límites, de su comprensión. Se afirma como desafío permanente, desafío soberano: anhela, nada menos, que la re-creación del universo, reemplaza a lo que se le opone, pero lo integra a la vez, lo re-concilia, lo re-valoriza, en un encuentro consigo mismo y con el mundo.
Leonor Merino
Resulta fascinante adentrarse en la poesía de Leonor Merino, por
su alto contenido lírico su palabra precisa y bella. Ella con su profundo
análisis del mundo, de la condición humana y su sabiduría nos embelesa. Tanto
nos conmueve que deja un poso musical como pétalos de sabiduría, sus poemas.
Nos adentra en profundas reflexiones, crea paraísos propios donde atraparnos o
liberarnos pensativos.
El Soplo de la Vida. El polvo de la Tierra, es un poemario que Leonor Merino
presenta en 2016. La editorial Diwan Mayrit, lo edita con una ilustración de
portada de su hijo Alberto Sánchez Merino, tan poética y soñadora como filosófica.
Un corazón con raíces en la tierra, el diente de león, sus hojas verde
esperanza, la inflorescencia madura dispersando simientes, cabeza centro del
vilano frutos al viento. Mi sincera enhorabuena por esta portada, obra de arte
contenedora de ese cofre del tesoro que son los poemas. Mucho amor y
conocimiento se percibe desde que tomas en tus manos el libro.
Leonor Merino García, ha querido agrupar los poemas de El soplo de la Vida. El polvo de la Tierra, en cuatro bloques temáticos. Ya la portada, en su alegoría visual, muestra en el centro del vilano la calavera, dispensadora de los frutos, dadora de vida, nos avanza la muerte. Arte visual y palabra poética conjuntan divinamente. Una coronación de semillas como plumas al viento en su conjunto ancladas a la calavera, que en el mismo hecho de morir da la vida, se multiplica. Funde poesía y vida en sus raíces telúricas fielmente.
Amor muerte-Muerte amor (11 poemas), es la puerta de este
poemario de Leonor Merino García, Doctora de la Universidad Autónoma de Madrid,
becaria y profesora invitada en las Universidades Complutense, Sorbonne y
París-Nord, Mohamed V de Rabat y Sidi Mohamed Ben Abdellah de Fez. Poeta de gran formación lingüística y gran conocedora
de la literatura española, francesa y árabe. Pero sobre todo poeta.
La
muerte, todo deja de ser
la misma
nada
de antes de nacer. (p.15)
Consciencia, conocimiento, humildad y generosa entrega a las personas y culturas que en el mundo han dado diversidad y belleza. Un camino de estudio y perfección ha tomado nuestra poeta que quiere cantar y canta, con todo su saber y su sentir: “Vivir aprender a morir, / recordar tal entomólogo lo vivido / reinventarse la vida, / a la sombra de la Parca.” (p.25). Nos da su particular forma de entender las relaciones afectivas. Brilla el amor entre sus metáforas con ritmos conmovedores: “Él para ella se mira / Ella para él se muestra, / más cuando se miran / silencian”. (p.33). Siempre Al amor (22 poemas) como en la vida misma la desilusión, la pasión, el abandono o las dudas. El amor como un sueño ardiente: “En la mar calma un abismo violento: Un sueño en un sueño” (p.51).
Ascuas del día (63 poemas), tercera parte del libro
del que dice Encarna León en el prólogo del libro: “título que nos sugiere un
abanico de vida, alegría y templanzas, Leonor Merino, comienza dando cabida a
la pena, el sufrimiento, la lágrima, el dolor o al lamento y así nos habla del
“alma herida”, “quebrada luz”, “pasado hecho ruina” (p.3)”.
En el poema Oscuridad, encuentro una coincidencia en mi forma de
presentar algunas de mis composiciones poéticas, la forma que imprime lentitud
a la lectura del poema, ralentiza obligando a leer detenidamente, pausado,
dando tiempo a que cale profundo el mensaje. Me identifico con la autora y
aplaudo. Atribuyo esta forma de poesía visual a la búsqueda de nuevos caminos
hacia su propia identidad como autora y compositora:
Arrancar
el alma
hecha jirones
quisiera.
Del
cuerpo salga
rota
herida
¡mi alma!,
antes lisonjera.
Dime
¿para qué la quiero YA?
Se quebró la Luz,
el Amanecer. (p.57)
Confieso que al leer las poéticas de Leonor Merino García, Mi voz Estelas en tu cauce (Editorial Diwan Mayrit, 2018) y El Soplo de la Vida. El polvo de la Tierra, me sorprendió la modernidad en cuanto al lenguaje poético y también la novedosa forma de presentarlos. Al conocerla en Tetuán el IX Encuentro de Poesía Hispano-Marroquí, dedicado en homenaje a ella y a su obra literaria. Escucharla en su magnífica dicción Castellano-Leonesa, su forma de recitar, su personalidad romántica y diría que de ademanes clásicos. Pensé que me iba a encontrar con una autora de sonetos, liras, romances, jarchas o zéjeles. De ahí mi sorpresa al encontrarme con el verso libre, suelto, musical y sencillo. Es la búsqueda de la sencillez o más bien la reivindicación de ser sencilla con toda la complejidad que eso conlleva la que me ha acercado más a la poética de Leonor. No hay cosa más humanista y solidaria que acercarse a las demás personas situándose a su lado, de igual a igual: “Se siente orfandad / sin nadie a quien abrazar / en la estación al llegar.” (p.67) Magnífica, Leonor.
Siempre recordaré, mi primer curso en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, cuando un profesor de microbiología especialista en investigar el envejecimiento celular: “no se conocen los motivos para que células de nuestro cuerpo dejen de reproducirse exactamente igual que la célula madre y por tanto errar hasta envejecer y morir -decía-”. Este profesor, nos dejó con la boca abierta a toda el aula de primero, pipiolos podríamos decir, explicando durante una larga hora de clase la diferencia entre lo simple y lo sencillo. Suele confundirse, decía. Me entendí sencilla, y desde entonces procuré en todo la belleza de lo sencillo. Componer poesía es una labor de simplificación, combinar, poner, quitar, hasta llegar a la palabra que dice lo que deseas, la forma más bella, musicalidad, sensaciones, pensamiento, emociones. Buscar durante horas, a veces días, investigar para después seleccionar la palabra adecuada, precisa, casi única que exprese y emocione.
Pero es en Figuras (16 poemas),
donde Leonor Merino García muestra su identidad más pura y a la vez doliente,
su sensibilidad de mujer que contiene a mil mujeres todas y una a la vez. El
poema que abre este capítulo es MUJER: “Mujer subyugada valiente / que
guardando silencio austero / replegada en el sendero / dejas que otros brillen
/ con luz que alumbraste.” (p.99). Queda
claro que la autora se identifica con sus semejantes, se duele con ellas,
musita y pone palabras donde quizás no las haya por motivos de represión y
sumisión: “Madre de hoy siempre trillada / de primaveras surcada / fértil
tierra duradera.” (p.99). Pero no se desalienta sino lo contrario, pone
palabras al silencio endémico de las mujeres:
Voz
color
olor,
contralto
-nido en armazón-
pluma cánora -quejío a veces-
iris -telescopio del alma-
talle -lirio fuerte-,
báculo de tu pesar. (p.105)
Su añorada tierra, nostalgia y recuerdos de la feliz niñez se
queda en el perfume del poema PAÍS LEONÉS, en mayúsculas. La niñez es un
paraíso perdido, dicen los poetas, nuestra verdadera identidad mora en él: “Mi
tierra mano tendida / que espera en la mañana, / otra mano donde posar.”
(p,107).
Experta traductora de escritores magrebíes de lengua francesa
como Driss Chraïbi, Rachid Boudjedra y Tahar Bekri. Cofundadora de la red de
amistades tunecino-española de la Academia Beït Al-Hikma. Corresponsal de la
Asociación Tunecina de Profesores y Estudiantes de Español. Muy activa en
el Círculo Intercultural Hispano Árabe y perteneciente a La Sociedad
Española de Literatura General y Comparada. Enamorada de la luz del país
soñado, donde su alma puso los ojos y el corazón, ella canta: MARRUECOS-LUZ
DE MIS OJOS: “Sangrante
puesta de sol cayendo al mar / Estela de elementos luz embriaguez. /Triunfo de
sonido y color.” (p.109). Sufriente con el dolor ajeno, el daño producido por
la locura y la sin razón, Aquí en el bolsillo, Grito silencioso y Congoja
: “Alí / Aylan y tantos otros infantes: / ¿Estrellas de destello fulgurante! /
Y yo, desde mi atalaya de tranquilidad y certeza: / ¿Qué hago aquí ante tanta
SINRAZÓN? / ¿Cómo arrancar impotencia, dolor?” (p.125).
Reflejada queda la gran humanidad de la poeta, la consciencia
de ser vulnerable ante la barbarie de una sociedad que se llama civilizada. La
desigualdad en oportunidades queda patente en la poesía de Leonor Merino y lo
que une lo canta esperanzada en su búsqueda de la belleza, conocimiento de las
culturas y el sentimiento solidario.
El libro culmina en los poemas que más íntimamente conmueven a la autora y que transmiten el amor a los suyos. ENGARCE DE HUELLAS (25 poemas). Renacer, Tu ropa caliente, Lección recitada paterna, Cámara fría, Alberto, Eduardo, Soles, Cuándo se caerá el diente, Victoria, La casa se viste de rosa, A la rueda rueda, Contemplando la niña en estrella, El beso, Así son vuestros ojos, Y si mañana muero, Si al siguiente día de mi muerte, De aquellos ríos brotan afluentes, Princesa, Cuna, Cavila mi hija tu nombre, Rodrígo, A mis nietos, Ensoñación puerta a la imaginación y Eternidad.
Este libro bilingüe, en castellano y árabe culmina con la traducción de Alí Bounoua (Merruk), en lengua bereber, del poema MARRUECOS-LUZ DE MIS OJOS: Merruk – tifawt n walln ino. (p.165). Veinticinco poemas para homenajear a las personas que le dieron la vida y a su querida descendencia.
alln,
tifawt, itran,
g
tahddunt tazegzawt,
drunin
yan ill.
Ojos, luz
estrellas
en el manto azul,
compartido
mar.
Editorial Diwan Mayrit. Madrid, 2016
Lectura de poesía en la Fundación Ahmed Mgara de Tetuán
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