PRESENTACIÓN DE ONDINAS POR LA CINTA DE MÖEBIUS


Biblioteca Provincial de Málaga


Presentación del libro a cargo del profesor de la Universidad de Málaga, Antonio Porras Cabrera


Presentación del libro de Aurora Gámez Enríquez: Ondinas por la cinta de Möebius. Ediciones Valparaíso, (2023)

 

Buenas tardes.

Ante todo vaya por delante mi agradecimiento a Aurora por haber pensado en mí para presentar su libro Ondinas por la cinta de Möebius. Es un verdadero placer estar hoy aquí compartiendo espacio con vosotras y vosotros.

Aurora es una escritora, ensayista y poeta, consagrada; consagrada por el reconocimiento que ha ido sembrando a lo largo del tiempo con su obra literaria y humana. En toda ella nos muestra su creatividad y su compromiso social y su reivindicación por el respeto, la igualdad y la implicación en la lucha para conseguir una sociedad mejor, más justa y considerada con el entorno, con la naturaleza que nos acoge, que es esa casa común, que nos da sostén y vida, en un marco pleno de belleza y sensibilidad cuando se observa con los ojos de poeta.

Aurora tiene en su haber una gran experiencia vital, un cúmulo de vivencias que la fueron fraguando en su tránsito, haciendo su camino por diferentes lugares de nuestro país, como viene a mostrarnos con esta obra poética.

Nacida en Coín (Málaga), hace unos años, bebió las aguas de nuestra tierra andaluza, pero también las valencianas y las catalanas durante bastante tiempo, ya que vivió, estudió y trabajó en Barcelona, donde se licenció en Biología por la Universidad Autónoma de esa ciudad, si no recuerdo mal. Residía en Hospitalet de Llobretat, donde tuve el placer de conocerla en su etapa juvenil, pues éramos vecinos y amigos del barrio en Bellvitge, cosa que, a veces, cuando hablamos, nos gusta recordar con más detalle… Bellvitge era un barrio habitado en su inmensa mayoría por inmigrantes, sobre todo procedentes de Andalucía. Un barrio luchador, reivindicativo, como barrio obrero, ansiado de cultura y conocimientos, para dar a los hijos lo que los padres no pudieron tener en su lugar de origen, donde aprovechar las oportunidades que el desarrollo en Cataluña nos brindaba.

El compromiso y el altruismo fueron divisas que se cultivaron en aquel espacio y tiempo. Nosotros somos, en parte, lo que allí se sembró, pues esa semilla brotó, regada por la perseverancia a caballo de la ilusión, y fue dando su flor y su fruto entre aquella juventud inquieta y motivada para saltar a otra dimensión que el sistema nos tenía vedada. Tal vez, el libro que hoy presentamos sea el fruto de esa flor que cuajó de aquella semilla. ¡AY, ÉRAMOS TAN JÓVENES!

Pero yo he venido aquí a hablar de su libro. Aunque no estará de más que os recuerde que, Aurora, tiene una vasta producción de obras editadas, como podréis ver en la reseña biográfica de la pestaña del libro, donde se referencian algunas.

El prólogo corre a cargo de José Sarria, poeta y escrito de reconocido prestigio, al que quiero recurrir para enmarcar la esencia que se conjuga en él. En la contraportada, que suele ser un buen epítome para la presentación, dice Sarria:

Ondinas por la cinta de Möebius es un deslumbramiento, un canto al milagro que nos rodea, un viaje por países mediterráneos o sierras insólitas y excepcionales como las Alpujarras o las sierras de Málaga o de las Nieves, donde habita la manzanilla junto al espliego, la amapola roja o los blancos arrayanes. Pero, también, es exaltación de la vida, del tiempo vivido y de la necesidad de retornar a los lugares antiguos de la infancia, para atrapar el instante infinito que habita en ellos, detenerlo y recuperar la llama que pervive en el corazón de sus ascuas: “Sobrevivimos / al filo de los sueños / constituidos”, versos de la autora que dialogan con aquellos otros de William Shakespeare, en boca de Próspero en el epílogo de La Tempestad: “Estamos hechos de la misma materia que los sueños y nuestra breve vida cierra su círculo con otros sueños”.

Acompaña el mensaje poético troncal una abisal reflexión acerca de la existencia y el paso del tiempo, sobre el misterio que se oculta en la materia (“somos cenizas / y los mismos de siempre”), una intensa indagación acerca de nuestra fugacidad y la sorpresa de nuestra insignificancia ante la magnificencia de las leyes que marcan el cosmos.

He de reconocer que lo primero que me sorprendió fue el título. Las ondinas son ninfas acuáticas náyades de espectacular belleza que habitaban en los lagos, ríos, estanques o fuentes velando por la pureza del agua y el tránsito de la misma. Por otro lado, la cinta de Möebius representa una paradoja, una figura aparentemente imposible que desafía nuestras nociones preconcebidas de la realidad, donde solo hay una cara. Simboliza la naturaleza cíclica de muchos procesos, la eternidad, el infinito… al menos en lo poco que yo sé del asunto.

Si hablamos de la naturaleza cíclica, la eternidad o el infinito, conjugado con las ondinas, tal vez podríamos, intentando comprender este constructo, interpretar que estamos ante un dificultoso equilibrio entre el agua de la vida que fluye, protegida por la ondinas, en un ciclo permanente, cabalgando sobre la superficie de la mágica cinta de Möebius, dando, así, una explicación existencial al propio ser humano y a la naturaleza que lo soporta. Pero esa simbología, aplicada al título del libro, le corresponde explicarla a la autora, que es quien decidió ese título, si bien, como decía Josep Conrad: “El autor solo escribe la mitad de un libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector”.

En todo caso, dejando de hablar del título, me gustaría resaltar la idea de ecopoesía que comenta el prologuista: “… se vislumbra una decidida vocación lírica, enmarcada en la senda creacional de la ecopoesía, marcada por un hondo acento ecológico y exaltación de la defensa del medioambiente”. Shelley decía que “ser poeta es percibir la verdad y la belleza” y Oscar Wilde refería: “El ser no ve las cosas hasta que ve su belleza”, porque si a las cosas las desprendes de su belleza solo las ves parcial y fríamente e incompletas.

Aurora conjuga estas dos palabras, ecopoesía y belleza, para mostrar la verdad en toda su dimensión, porque sin la sensibilidad de la poeta no se percibe la belleza en toda su magnitud, describiendo la concepción holística de esa verdad sobre la excelencia de la naturaleza.

Aurora es bióloga, más aún, botánica. ¿Puede esa atracción por esta materia determinar su visión del entorno y la belleza que lo conforma? ¿Es, acaso, esta obra una expresión inmanente de la propia esencia existencial de la poeta? Tal vez sí, dado su amor a la biología, y la concepción de la naturaleza como un todo en equilibrio interactivo entre las partes o elementos que la integran. Deduzco una visión panteísta del universo en la línea de Baruch Spinoza quien defiende que el universo, la naturaleza y la deidad (Dios) son la misma cosa.

A lo largo del libro, conforme vas leyendo, percibes que Aurora te ofrece un asiento en el vehículo con el que transita la vida desde su infancia. Su verso de métrica y rima variable, está cargado de ritmo y armonía y, como amante y experta en la poética japonesa, nos presenta abundantes haykus, junto a estrofas más acordes con la lírica española, incluyendo algunos sonetos adornados de estrambote en algún caso.

Dedica un primer espacio a su tierra, a nuestra tierra, en el que nos invita a pasear, metafóricamente y a horcajadas del verso, por Málaga, Coín, las sierras de Málaga, Alpujarras, Caminito del Rey, etc. Suele incluir un epígrafe de otro autor, consiguiendo reforzar el contenido de la propuesta poética expresada en sus versos. Siendo, como ya he mencionado, maestra del hayku, nos va mostrando, mediante esta composición, un elemento emocional añadido, propio de la poesía japonesa. Pongamos como ejemplo su primer poema, dedicado a Málaga, ES MÁS VIDA:

Hayku inicial:

 

La sinfonía

de la naturaleza,

llama al amor

 

ES MÁS VIDA

 

Un lugar en el mundo

donde el jazmín perfuma atardeceres

el aire es más profundo

deleitas los placeres.

Ciudad en que más vida siempre quieres.

 

En la página 45 da un impresionante salto y vuela hacia Uruguay. En octubre de 2018 compartimos viaje y objetivo para asistir al 17º ENCUENTRO POETAS Y NARRADORES DE LAS DOS ORILLAS Y 7º CONGRESO AMERICANO DE LITERATURA, PUNTA DEL ESTE,

URUGUAY, invitados por Rocío Cardoso como representantes de España que era el país homenajeado. Fue un inolvidable viaje, junto a Inmaculada García Haro y Antonio García Velasco, que ella plasma magistralmente en la memoria a través de sus versos: Montevideo, Punta del Este, Piriápolis, Rocha, etc.

Describe momentos que, ahora, evoco en mi memoria, como la foto en el monumento al encuentro entre Carlos Vaz Ferreira y Albert Einstein, donde los seis también nos encontramos con ellos; o la cerveza negra del café Barbería, de cervezas artesanas, tan original; el teatro Solís y Tres hermanas, la obra que fuimos a ver; los paseos por sus calles, plazas y avenidas, la gente bailando tangos en las plazas en una primavera que a nosotros nos sonaba a otoño.… luego Punta del Este y aquellos maravillosos días de encuentro y fusión de poetas y narradores de las dos orillas del Río de la Plata; visita a las escuelas, sembrando y cultivando amistades de otros lares que luego trascendieron en el tiempo.

Aurora describe magistralmente esos momentos vividos:

 

Montevideo

Solo el crepuscular sonido de algún tango

pudo alcanzar de lleno ese día especial.

Brindando con pasión con la cerveza oscura

negra como la pena de no volverte a ver.

Recorrí por tus calles, abracé tu Cultura,

mirando con deleite las casas y el jazmín.

La arena de tus playas, alcanzaron la herida

y el agua de tu Plata selló mi despedida.

Volveré a tu regazo de madre soñadora

recorriendo las calles que un día yo pisé.

 

Punta del Este (Pag. 48)

Punta del Este es

un lugar en el mundo en verso libre

donde soñar despierta.

……

He vuelto encendida de los versos

de aquel lugar lejano y misterioso

que incita al pensamiento despertando

la pasión de vivir y convivir.

 

Su siguiente propuesta es Valencia, donde vivió allá por los años sesenta. Nos habla de la ciudad y su Albufera. Os leo estas dos estrofas dedicadas a Valencia:

 

Entre azahares veo la lengua de mar

unas cañas al viento entre las aguas

y unos niños pequeños navegando

contracorriente.

 

Entre los azahares los nidos de las aves

que luchan por vivir y por su prole

contramarea.

(Pág. 59)

 

Es imprescindible en esta línea, referirse a su localidad natal. Coín y su entorno tiene por sí mismo entidad suficiente y sólida para anclarse la memoria de la niña que vio la luz allá… Coín, Sierra de las Nieves, Los pinos de El Nacimiento, Tajo Rayo… son lugares a los que canta con sus versos.

 

Tajo Rayo:

(Primer cuarteto del soneto Pag. 69)

 

El agua que no cesa sobre la piedra dura

charcos y pozas frescas por la roca descienden

plena sierra frondosa, tierra de cal blancura

aromas que se suman y que al fluir requieren.

 

 

Una siguiente dimensión nos plantea, la referida a las experiencias vividas en Barcelona en su juventud, Bellvitge, su barrio y el mío, las Ramblas de las Flores y la Ciutat vella, las Golondrinas del puerto…

 

Barcelona dejó su huella en Aurora, una huella profunda y determinante en muchos aspectos de su personalidad y su evolución intelectual, como ya he mencionado antes, tal como este hayku viene a constatar:

 

Es Barcelona

la ciudad donde alcanzo

mayor cordura.

 

Bellvitge, tiene especial trascendencia como muestran estos versos extraídos de su poema “Bellvitge soñado” (Pág. 77):

 

Era Bellvitge un campo abandonado

la ermita fue el origen, fue la cuna

el camino a andar, un lugar sagrado

de culto maternal y misterioso.

Creció el barrio llegando a ser poblado

con sus inmensos bloques

multiplicó su suelo del pasado

apilando los pisos hacia el cielo

y un mundo le resurge ensimismado.

Mi juventud contienes.

 

El siguiente espacio lo dedica a Al-Andalus. Con epígrafes de José Sarria, María Victoria Atencia, Paloma Fernández Gomá, Encarna López, Mercedes Sophía Ramos o María Jesús Fuentes. Es una eclosión donde los sentidos perciben un conjunto de estímulos que abarcan un amplio abanico de sensaciones. Nos habla de aromas, sonidos, colores, sabores y amores de Al-Andalus, deshojando en cada verso lo singular de nuestra tierra hasta llevarnos a percibir su belleza en toda su plenitud.

 

Ejemplo. Sonidos (Pág. 88):

 

Canta un pájaro, suena como un mirlo

sobrevolando entre árboles y el verde

se escucha un trino dulce como miel

su tono brilla, luce entre las rosas.

Melodiosos jilgueros, flauta mágica

que enciende la pasión o el dócil beso.

 

Luego, para concluir su obra, nos lleva a otro espacio, dando protagonismo a una espiritualidad laica, con epígrafe de Alicia Wagner, con las cruces de mayo y la inocencia de la primavera, con disentir y dos sonetos con estrambote (Menos la luz del sol y Voluntad o morir), para concluir con el poema que da título al libro: “Ondinas por la cinta de Möebius” y con otro poema que inculpa a toda la humanidad, titulado: El Amazona está ardiendo” donde se denuncia que arde toda la humanidad y sus valores. Un excelente broche para dejar constancia de ese espíritu del que inicialmente hablábamos. De esa implicación y sentimiento holístico de contenido panteísta donde todos somos una parte del todo y el todo somos todos.

 

Permitidme que antes de concluir tome una cita de Rabindranath Tagore, referida a la poesía, cuando dice: “La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”. Creo que Aurora, en su poesía, nos muestra esa especial capacidad para captar ese eco universal y cósmico que nos ofrece el entorno.

 

Finalmente felicito a Aurora por su impresionante obra, por el acierto de su propuesta lírica y os invito a imbuiros en ella porque, seguro, encontraréis la belleza de las cosas anclada a la realidad que nos muestra la autora con su sensibilidad poética.

 

Muchas gracias.


Recital poético musical, Aurora Gámez Enríquez acompañada a la guitarra por Rafael Sánchez Rando



Poeta: Aurora Gámez Enríquez

Guitarra: Rafael Sánchez. MALAGUEÑA

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