Acerca de
"Haikus a tres voces" de Aurora Gámez Enríquez.
Ediciones:
Celya. Toledo
Antonio
García Velasco
Dice León Felipe en los
“Prologuillos” de su libro Versos y Oraciones de Caminante, Libro primero
(1920):
Deshaced este verso,
quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma...
Aventad las palabras...
y si después queda algo todavía
eso
será la poesía.
Ciertamente, la escritura de haikus
constituye un desafío en la búsqueda de la poesía pura, la poesía esencial,
reducida a la mínima expresión. El haiku se ha de escribir sin rima, con versos
en minúscula, sin título y con sólo 17 sílabas: 5-7-5, sin signos de
puntuación, en enunciados similares a los del habla. En el haiku predominan las
formas sustantivas y nos expresa una percepción del poeta, del haijin, en un
momento concreto, singular, circunstanciado, aunque esta circunstancia quede
bien lejos del momento en el que los lectores nos enfrentamos a lo lectura de
la estrofa. Naturalmente, en tal sentido, nos llegarán más aquellos haikus que
nos evoquen el momento inspirador, si bien la sentimentalidad del haijin pueda
ser distinta a la nuestra como lectores. Con frecuencia los temas tratados en
los haikus están relacionados con la Naturaleza: un monte, un río, un paisaje,
el cambio de las estaciones del año… o bien, un elemento de la cotidianidad de
las gentes. Pero más que tal elemento, lo importante es la emoción que tal
elemento despierta.
H. G. Henderson, en su Introducción
al Haiku (Nueva York, 1958), nos dice: “El haiku puede ser de muchas clases,
grave, bullicioso, profundo o superficial, religioso, satírico, triste,
humorístico o encantador, pero todos los haikus dignos de tal nombre son
documentos de instantes cumbres –más altos, al menos, que el llano circundante.
Y en las manos de un maestro, un haiku puede ser la esencia concentrada de la
poesía pura”.
El haiku ha dado lugar a la
creación de sociedades de amigos del haiku y a revistas especializadas en
publicaciones de este género, sobre todo en inglés y japonés. Ello quiere decir
que el interés por este género poético es, en la actualidad, universal. Fueron
franceses y anglosajones los primeros en interesarse por la adaptación del
haiku japonés a las lenguas occidentales. “Descubierto” a principios del siglo
XX, muy pronto se cultivó en Inglaterra, Francia, Estados Unidos y, por
supuesto, en España, Portugal y en los países iberoamericanos. García Lorca nos
un testimonio de la presencia del haiku o haikai en España: "Haikais"
de felicitación a mamá, es el título de una serie de haikus que dedica a su
madre y que explica así:
NOTA SOBRE EL "HAIKAI". El haikai es la Canción japonesa por
excelencia que los nuevos poetas franceses trasplantaron a Europa y yo, por un
especial amor de todo lo nuevo, ensayo por puro pasatiempo. El haikai ha de dar la emoción en dos o
tres versos que resuman todo el estado sentimental. Yo felicito a mamá de la manera más moderna
como más exquisita. Estos haikais son
como una cajita de bombones líricos que yo le mando desde aquí, y por eso le
mando lo último, el ultimísimo grito.
En otro punto de su obra, Lorca nos
dice: “Crítica del "haikai": Como poeta me parecen los haikais ni
buenos, ni malos. Todo será según los
hagan, ¿verdad? La poesía o tiene emoción o no tiene emoción, y esto es
todo. Por otra parte, yo tengo un
estilo distinto del haikai”.
De cualquier modo, rinde su tributo
al haiku, como han hecho o hemos hecho otros. Personalmente, en mi libro Hojas
ustibles incluyo poemas cuyas estrofas son haiku y diré más, la aplicación
informática desarrollada por mí y que titulo HESCREA (Herramientas de Escritura
Creativa), en una de sus carpetas de funciones, podemos pulsar el botón Haiku y
asistiremos a la creación automática de estas composiciones de origen japonés. Podríamos
preguntarnos por la emoción lírica que mueve al haijin a escribir haikus. Pero
a este respecto, hay siempre que recordar que un poema se hace con palabras y
el acierto artístico depende exclusivamente del acierto en la manipulación del
lenguaje que realiza el poeta. Ya el propio Bécquer, ese poeta que tenemos por
tan emotivo y sentimental, nos dejó escrito que “cuando siento, no escribo”. Se
escribe después, como un modo de rescatar aquel instante, aquella emoción,
aquel sentimiento. Bueno, de rescatar o de superar que “es dolor superado la
canción”, como dijo el poeta.
Pese a la posibilidad de escritura
automática de haiku por una máquina que, por supuesto, casi nunca nos ofrece
productos acabados, perfectos, aunque sí sugerentes, condensar en 17 sílabas
una emoción no es tarea fácil, aunque fácil y sencillo nos parezca. Ello quiere
decir que escribir un libro de haiku, mantener el pulso lírico en una sucesión
de haikus es una tarea creadora que requiere habilidad lingüística y un estado
emotivo profundo y firme. Y ante uno de estos ejemplos estamos ahora: el libro
HAIKUS A TRES VOCES de Aurora Gámez Enríquez, que, además, presenta sus haikus
traducidos al inglés por Alba Mª González Gámez, Thomas Yu Wang y Edwin Agustín
Lozada.
¿Qué nos aporta este libro de
haikus? Podría contestar con una obviedad: las emociones líricas de la haijin
Aurora Gámez. Pero es de añadir que este libro consta de ocho partes y que cada
una de estas partes agrupa haikus que responden a inquietudes diferentes. Por
ejemplo, en “De alfa a omega / silencio letras / haikus para sanar” nos ofrece
una reflexión existencial y una actitud vital. Nos dice como ejemplo de poesía
existencial: “incorporarse / al ciclo de la vida/ placer, dolor” y, como
ejemplo de actitud ante la vida: “doy a manos llenas / regalo fiel amor / rica
me siento”. Es de destacar aquí que, frente a tanta poesía como se nos presenta
hoy en la que se explican los sentimientos de manera tan explícita que rayan el
prosaísmo, Aurora reduce la expresión a la esencia misma, tal como requieren
los haikus, a la mínima expresión, a las diecisiete sílabas de rigor.
En la segunda parte, aunque
titulada “Haikus a tres voces”, la poeta emplea otra estrofa de origen japonés,
la tanka, formada por tres versos de 5, 7 y 5 sílabas seguidos de otros dos de
7 y 7 sílabas. Son diez composiciones que hablan de elementos naturales y
también de actitudes o sentimientos personales: “cuánto les quiero / los
jilgueros que cantan / sin que lo sepan // alejado escondido/ el pino
piñonero”.
En la tercera parte, titulada
“Albaicines”, dedicada al Albaicín de Granada guiño poético al Albaicín de
Coín. Siete haikus, de nuevo en la forma propia de esta estrofa, que hablan de
paisaje urbano granadino y el sentimiento de gentes de Andalucía: “fluir de
gente / mirando el infinito / pasar; pasado”.
“Eco en el silencio”, dedicada a un
poeta amigo constituye la cuarta parte de este libro que habla de amistad y
afectos: “ternura, afecto / la amistad, el amor / todo que ver”. Aunque no le
falta su apunte sobre el vivir: “vivir, saber / maneras de morir / puerta,
frontera”.
“Quise de añil” es la quinta parte.
De nuevo cinco haikus, como el apartado anterior. Nos hablan ahora de actitudes
personales: “espero, espera / consumo los minutos / para el encuentro”.
“Réquiem por una amiga”, sexta
parte, a modo de elegía pero con la serenidad de la aceptación del ciclo de la
vida: “pertenecemos / al ciclo de la vida / lluvia, aire, flor” o “pertenecemos
/ al ciclo de la muerte / lluvia, aire, sol”.
Llegamos ya a la séptima parte
“Arde en llamas” “seis haikus a la Sierra ardiendo en llamas / sierra, campos,
personas ardiendo en llamas”. Seis haikus que nos presentan el apocalipsis del
fuego destructor de un modo que no puede ser más preciso, escueto y esencial:
“espanta el fuego/ que inocente consume / naturaleza”; “lo más terrible / que
destruye del todo / lo irreparable”… A lo que añade la nota existencial:
“recuerda el fuego / que el cuerpo es de ceniza / y a ella volvemos” y, por
añadidura, la esperanza: “otra no queda / renacer como Fénix / virar al aire”.
Y nos resta la octava parte: “Amor
y compromiso”, formada por un haikus, una tanka y un nuevo haiku. Es la parte
dedicada al amor y al compromiso de amar: “nadie se engañe / el amor cuando
existe / se manifiesta”.
No puedo terminar sin hacer alusión
al prólogo de este libro, escrito por Inmaculada García Haro, con la precisión
y la esencialidad de un haiku, donde nos habla del origen de esta composición,
de las partes del libro y de la autora. Destacamos también las ilustraciones de
Carlos Esteve Secall, precisas, sugerentes, cargadas de surrealismo.
Y no nos queda más que volver, a
León Felipe, con el que iniciamos este artículo, recordando sus versos “Poesía…
/ tristeza honda y ambición del alma…, / ¡cuándo te darás a todos… a todos, /
al príncipe y al paria/ a todos… / sin ritmo y sin palabras!... O con las
palabras justas como los haikus que escribe Aurora Gámez, a la que felicito por
este libro.
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