Presentación del libro de Aurora Gámez Enríquez: Ondinas por la cinta de Möebius. Ediciones Valparaíso, (2023)
Buenas
tardes.
Ante todo
vaya por delante mi agradecimiento a Aurora por haber pensado en mí para
presentar su libro Ondinas por la cinta de Möebius. Es un verdadero placer
estar hoy aquí compartiendo espacio con vosotras y vosotros.
Aurora es
una escritora, ensayista y poeta, consagrada; consagrada por el reconocimiento
que ha ido sembrando a lo largo del tiempo con su obra literaria y humana. En
toda ella nos muestra su creatividad y su compromiso social y su reivindicación
por el respeto, la igualdad y la implicación en la lucha para conseguir una
sociedad mejor, más justa y considerada con el entorno, con la naturaleza que
nos acoge, que es esa casa común, que nos da sostén y vida, en un marco pleno
de belleza y sensibilidad cuando se observa con los ojos de poeta.
Aurora
tiene en su haber una gran experiencia vital, un cúmulo de vivencias que la
fueron fraguando en su tránsito, haciendo su camino por diferentes lugares de
nuestro país, como viene a mostrarnos con esta obra poética.
Nacida en
Coín (Málaga), hace unos años, bebió las aguas de nuestra tierra andaluza, pero
también las valencianas y las catalanas durante bastante tiempo, ya que vivió,
estudió y trabajó en Barcelona, donde se licenció en Biología por la
Universidad Autónoma de esa ciudad, si no recuerdo mal. Residía en Hospitalet
de Llobretat, donde tuve el placer de conocerla en su etapa juvenil, pues éramos
vecinos y amigos del barrio en Bellvitge, cosa que, a veces, cuando hablamos,
nos gusta recordar con más detalle… Bellvitge era un barrio habitado en su
inmensa mayoría por inmigrantes, sobre todo procedentes de Andalucía. Un barrio
luchador, reivindicativo, como barrio obrero, ansiado de cultura y
conocimientos, para dar a los hijos lo que los padres no pudieron tener en su
lugar de origen, donde aprovechar las oportunidades que el desarrollo en
Cataluña nos brindaba.
El
compromiso y el altruismo fueron divisas que se cultivaron en aquel espacio y tiempo.
Nosotros somos, en parte, lo que allí se sembró, pues esa semilla brotó, regada
por la perseverancia a caballo de la ilusión, y fue dando su flor y su fruto
entre aquella juventud inquieta y motivada para saltar a otra dimensión que el
sistema nos tenía vedada. Tal vez, el libro que hoy presentamos sea el fruto de
esa flor que cuajó de aquella semilla. ¡AY, ÉRAMOS TAN JÓVENES!
Pero yo he
venido aquí a hablar de su libro. Aunque no estará de más que os recuerde que,
Aurora, tiene una vasta producción de obras editadas, como podréis ver en la
reseña biográfica de la pestaña del libro, donde se referencian algunas.
El prólogo
corre a cargo de José Sarria, poeta y escrito de reconocido prestigio, al que
quiero recurrir para enmarcar la esencia que se conjuga en él. En la contraportada,
que suele ser un buen epítome para la presentación, dice Sarria:
Ondinas por la cinta de Möebius es
un deslumbramiento, un canto al milagro que nos rodea, un viaje por países
mediterráneos o sierras insólitas y excepcionales como las Alpujarras o las
sierras de Málaga o de las Nieves, donde habita la manzanilla junto al
espliego, la amapola roja o los blancos arrayanes. Pero, también, es exaltación
de la vida, del tiempo vivido y de la necesidad de retornar a los lugares
antiguos de la infancia, para atrapar el instante infinito que habita en ellos,
detenerlo y recuperar la llama que pervive en el corazón de sus ascuas:
“Sobrevivimos / al filo de los sueños / constituidos”, versos de la autora que
dialogan con aquellos otros de William Shakespeare, en boca de Próspero en el
epílogo de La Tempestad: “Estamos hechos de la misma materia que los sueños y
nuestra breve vida cierra su círculo con otros sueños”.
Acompaña el mensaje poético troncal
una abisal reflexión acerca de la existencia y el paso del tiempo, sobre el
misterio que se oculta en la materia (“somos cenizas / y los mismos de
siempre”), una intensa indagación acerca de nuestra fugacidad y la sorpresa de
nuestra insignificancia ante la magnificencia de las leyes que marcan el cosmos.
He de
reconocer que lo primero que me sorprendió fue el título. Las ondinas son
ninfas acuáticas náyades de espectacular belleza que habitaban en los lagos,
ríos, estanques o fuentes velando por la pureza del agua y el tránsito de la
misma. Por otro lado, la cinta de Möebius representa una paradoja, una figura
aparentemente imposible que desafía nuestras nociones preconcebidas de la
realidad, donde solo hay una cara. Simboliza la naturaleza cíclica de muchos
procesos, la eternidad, el infinito… al menos en lo poco que yo sé del asunto.
Si hablamos
de la naturaleza cíclica, la eternidad o el infinito, conjugado con las
ondinas, tal vez podríamos, intentando comprender este constructo, interpretar
que estamos ante un dificultoso equilibrio entre el agua de la vida que fluye,
protegida por la ondinas, en un ciclo permanente, cabalgando sobre la
superficie de la mágica cinta de Möebius, dando, así, una explicación
existencial al propio ser humano y a la naturaleza que lo soporta. Pero esa
simbología, aplicada al título del libro, le corresponde explicarla a la
autora, que es quien decidió ese título, si bien, como decía Josep Conrad: “El
autor solo escribe la mitad de un libro. De la otra mitad debe ocuparse el
lector”.
En todo
caso, dejando de hablar del título, me gustaría resaltar la idea de ecopoesía
que comenta el prologuista: “… se vislumbra una decidida vocación lírica,
enmarcada en la senda creacional de la ecopoesía, marcada por un hondo acento
ecológico y exaltación de la defensa del medioambiente”. Shelley decía que “ser
poeta es percibir la verdad y la belleza” y Oscar Wilde refería: “El ser no ve
las cosas hasta que ve su belleza”, porque si a las cosas las desprendes de su
belleza solo las ves parcial y fríamente e incompletas.
Aurora
conjuga estas dos palabras, ecopoesía y belleza, para mostrar la verdad en toda
su dimensión, porque sin la sensibilidad de la poeta no se percibe la belleza
en toda su magnitud, describiendo la concepción holística de esa verdad sobre
la excelencia de la naturaleza.
Aurora es
bióloga, más aún, botánica. ¿Puede esa atracción por esta materia determinar su
visión del entorno y la belleza que lo conforma? ¿Es, acaso, esta obra una
expresión inmanente de la propia esencia existencial de la poeta? Tal vez sí,
dado su amor a la biología, y la concepción de la naturaleza como un todo en
equilibrio interactivo entre las partes o elementos que la integran. Deduzco
una visión panteísta del universo en la línea de Baruch Spinoza quien defiende
que el universo, la naturaleza y la deidad (Dios) son la misma cosa.
A lo largo
del libro, conforme vas leyendo, percibes que Aurora te ofrece un asiento en el
vehículo con el que transita la vida desde su infancia. Su verso de métrica y
rima variable, está cargado de ritmo y armonía y, como amante y experta en la
poética japonesa, nos presenta abundantes haykus, junto a estrofas más acordes
con la lírica española, incluyendo algunos sonetos adornados de estrambote en
algún caso.
Dedica un primer
espacio a su tierra, a nuestra tierra, en el que nos invita a pasear,
metafóricamente y a horcajadas del verso, por Málaga, Coín, las sierras de
Málaga, Alpujarras, Caminito del Rey, etc. Suele incluir un epígrafe de otro
autor, consiguiendo reforzar el contenido de la propuesta poética expresada en
sus versos. Siendo, como ya he mencionado, maestra del hayku, nos va mostrando,
mediante esta composición, un elemento emocional añadido, propio de la poesía
japonesa. Pongamos como ejemplo su primer poema, dedicado a Málaga, ES MÁS
VIDA:
Hayku inicial:
La sinfonía
de la naturaleza,
llama al amor
ES MÁS VIDA
Un
lugar en el mundo
donde
el jazmín perfuma atardeceres
el
aire es más profundo
deleitas
los placeres.
Ciudad
en que más vida siempre quieres.
En la
página 45 da un impresionante salto y vuela hacia Uruguay. En octubre de 2018
compartimos viaje y objetivo para asistir al 17º ENCUENTRO POETAS Y NARRADORES
DE LAS DOS ORILLAS Y 7º CONGRESO AMERICANO DE LITERATURA, PUNTA DEL ESTE,
URUGUAY,
invitados por Rocío Cardoso como representantes de España que era el país
homenajeado. Fue un inolvidable viaje, junto a Inmaculada García Haro y Antonio
García Velasco, que ella plasma magistralmente en la memoria a través de sus
versos: Montevideo, Punta del Este, Piriápolis, Rocha, etc.
Describe
momentos que, ahora, evoco en mi memoria, como la foto en el monumento al encuentro
entre Carlos Vaz Ferreira y Albert Einstein, donde los seis también nos encontramos
con ellos; o la cerveza negra del café Barbería, de cervezas artesanas, tan
original; el teatro Solís y Tres hermanas, la obra que fuimos a ver; los paseos
por sus calles, plazas y avenidas, la gente bailando tangos en las plazas en
una primavera que a nosotros nos sonaba a otoño.… luego Punta del Este y
aquellos maravillosos días de encuentro y fusión de poetas y narradores de las
dos orillas del Río de la Plata; visita a las escuelas, sembrando y cultivando
amistades de otros lares que luego trascendieron en el tiempo.
Aurora describe
magistralmente esos momentos vividos:
Montevideo
Solo
el crepuscular sonido de algún tango
pudo
alcanzar de lleno ese día especial.
Brindando
con pasión con la cerveza oscura
negra
como la pena de no volverte a ver.
Recorrí
por tus calles, abracé tu Cultura,
mirando
con deleite las casas y el jazmín.
La
arena de tus playas, alcanzaron la herida
y
el agua de tu Plata selló mi despedida.
Volveré
a tu regazo de madre soñadora
recorriendo
las calles que un día yo pisé.
Punta del Este (Pag. 48)
Punta
del Este es
un
lugar en el mundo en verso libre
donde
soñar despierta.
……
He
vuelto encendida de los versos
de
aquel lugar lejano y misterioso
que
incita al pensamiento despertando
la
pasión de vivir y convivir.
Su
siguiente propuesta es Valencia, donde vivió allá por los años sesenta. Nos
habla de la ciudad y su Albufera. Os leo estas dos estrofas dedicadas a
Valencia:
Entre
azahares veo la lengua de mar
unas
cañas al viento entre las aguas
y
unos niños pequeños navegando
contracorriente.
Entre
los azahares los nidos de las aves
que
luchan por vivir y por su prole
contramarea.
(Pág.
59)
Es
imprescindible en esta línea, referirse a su localidad natal. Coín y su entorno
tiene por sí mismo entidad suficiente y sólida para anclarse la memoria de la
niña que vio la luz allá… Coín, Sierra de las Nieves, Los pinos de El
Nacimiento, Tajo Rayo… son lugares a los que canta con sus versos.
Tajo Rayo:
(Primer
cuarteto del soneto Pag. 69)
El
agua que no cesa sobre la piedra dura
charcos
y pozas frescas por la roca descienden
plena
sierra frondosa, tierra de cal blancura
aromas
que se suman y que al fluir requieren.
Una
siguiente dimensión nos plantea, la referida a las experiencias vividas en
Barcelona en su juventud, Bellvitge, su barrio y el mío, las Ramblas de las
Flores y la Ciutat vella, las Golondrinas del puerto…
Barcelona
dejó su huella en Aurora, una huella profunda y determinante en muchos aspectos
de su personalidad y su evolución intelectual, como ya he mencionado antes, tal
como este hayku viene a constatar:
Es
Barcelona
la
ciudad donde alcanzo
mayor
cordura.
Bellvitge, tiene
especial trascendencia como muestran estos versos extraídos de su poema
“Bellvitge soñado” (Pág. 77):
Era
Bellvitge un campo abandonado
la
ermita fue el origen, fue la cuna
el
camino a andar, un lugar sagrado
de
culto maternal y misterioso.
Creció
el barrio llegando a ser poblado
con
sus inmensos bloques
multiplicó
su suelo del pasado
apilando
los pisos hacia el cielo
y
un mundo le resurge ensimismado.
Mi
juventud contienes.
El
siguiente espacio lo dedica a Al-Andalus. Con epígrafes de José Sarria, María
Victoria Atencia, Paloma Fernández Gomá, Encarna López, Mercedes Sophía Ramos o
María Jesús Fuentes. Es una eclosión donde los sentidos perciben un conjunto de
estímulos que abarcan un amplio abanico de sensaciones. Nos habla de aromas,
sonidos, colores, sabores y amores de Al-Andalus, deshojando en cada verso lo
singular de nuestra tierra hasta llevarnos a percibir su belleza en toda su
plenitud.
Ejemplo.
Sonidos (Pág. 88):
Canta
un pájaro, suena como un mirlo
sobrevolando
entre árboles y el verde
se
escucha un trino dulce como miel
su
tono brilla, luce entre las rosas.
Melodiosos
jilgueros, flauta mágica
que
enciende la pasión o el dócil beso.
Luego, para
concluir su obra, nos lleva a otro espacio, dando protagonismo a una
espiritualidad laica, con epígrafe de Alicia Wagner, con las cruces de mayo y
la inocencia de la primavera, con disentir y dos sonetos con estrambote (Menos
la luz del sol y Voluntad o morir), para concluir con el poema que da título al
libro: “Ondinas por la cinta de Möebius” y con otro poema que inculpa a toda la
humanidad, titulado: El Amazona está ardiendo” donde se denuncia que arde toda
la humanidad y sus valores. Un excelente broche para dejar constancia de ese
espíritu del que inicialmente hablábamos. De esa implicación y sentimiento
holístico de contenido panteísta donde todos somos una parte del todo y el todo
somos todos.
Permitidme que antes de concluir tome una cita de
Rabindranath Tagore, referida a la poesía, cuando dice: “La poesía es el eco de
la melodía del universo en el corazón de los humanos”. Creo que Aurora, en su
poesía, nos muestra esa especial capacidad para captar ese eco universal y
cósmico que nos ofrece el entorno.
Finalmente felicito a Aurora por su impresionante
obra, por el acierto de su propuesta lírica y os invito a imbuiros en ella
porque, seguro, encontraréis la belleza de las cosas anclada a la realidad que
nos muestra la autora con su sensibilidad poética.
Muchas gracias.
Recital poético musical, Aurora Gámez Enríquez acompañada a la guitarra por Rafael Sánchez Rando
Poeta: Aurora Gámez Enríquez
Guitarra: Rafael Sánchez. MALAGUEÑA